jueves, 9 de junio de 2016

Comparemos a Archaeopteryx con las aves actuales

Igual que una escama de reptil, de la que es homóloga, la pluma crece a partir de una elevación epidérmica superpuesta a una papila dérmica que la nutre. Sin embargo en vez de aplanarse como la escama, la pluma se enrolla como un cilindro o esbozo de pluma que se hunde en un folículo plumoso a partir del cual crecerá.

Durante el crecimiento se añaden pigmentos (lipocromos y melanina) a las células epidérmicas.

Conforme la pluma se hace más grande, y al final de su crecimiento, las barbas y el raquis que eran blandos, se endurecen por el depósito de queratina. La funda protectora se rasga, lo que permite que salga el extremo de la pluma y se desplieguen las barbas.

Mientras que Archaeopteryx tenía huesos macizos como los de los reptiles, los de las aves actuales son increíblemente ligeros, delicados y ocupados por cavidades neumáticas, sin embargo estos huesos neumáticos son fuertes.

En Archaeopteryx, ambas mandíbulas tenían dientes en alvéolos, un carácter arcosaurio. Las aves actuales carecen de dientes, y poseen un pico córneo alrededor de los huesos de las mandíbulas.

Como Archaeoptheryx carecía de esternón no había un anclaje para los músculos de vuelo. Esta es la razón por la que Archaeoptheryx no podía realizar batidos alares como las aves, sin embargo, sí que tenía una fúrcula a la que se habían unido suficientes músculos pectorales como para llevar a cabo vuelos débiles.

 Las patas de las aves han sufrido modificaciones menos pronunciadas que las alas, ya que están todavía diseñadas para la marcha, aunque muchas sirven también para posarse y, ocasionalmente algunas para nadar, como ocurría con sus antecesores arcosaurios.

Finalmente, las aves han perdido la larga cola reptililana, que aún era evidente en Archaeopteryx, y la han sustituido por un grupo análogo de músculos sobre los que se insertan los músculos de la cola.

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